Nadie…

«Nadie hace las cosas sintiéndose mediocre» Desde que oí o leí esta frase, no recuerdo cuando, estoy convencida en que es completamente cierta.

No emprendemos nuevas tareas o retos pensando en que vamos a fracasar o que vamos a ser del montón. Las empezamos o afrontamos sintiendo que vamos a ser lo mejores, que el triunfo está reservado para nosotros solos.

Y un día, la realidad cae como un mazazo en nuestra conciencia y nos damos cuenta que no somos especiales, que no se nos da todo bien y que no todo el mundo nos quiere. Qué nuestros esfuerzos por grandes que sean no son suficientes y que el resto de nuestro mundo, nuestro entorno, no tiene la misma percepción que nosotros de nuestro trabajo, nuestras habilidades, nuestras aptitudes.

Ese día, uno como hoy, dan ganas de dejarlo todo, de abandonar, de salir corriendo y no mirar atrás, de no esforzarse más, de no dedicar más tiempo a ese menester.

Entonces urge de las entrañas ese afán de no dejarse vencer, de que el orgullo puede más que la desesperanza y de aceptar que no llegar a ser el mejor no quita la satisfacción de intentarlo.

Y solo queda seguir en el empeño y la esperanza de que alguien, en algún lugar, llegue a valorar nuestros actos. Y qué carajo, al que no le guste, que no mire.

Besos, Ana

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