Trocitos del corazón arrancados a jirones

A mis ángeles.

Había dicho que me iba a dormir pero por aquí sigo dos horas después, no tengo palabra ni hartura con esto de la red y eso que no he entrado en Pinterest hoy que si no me da el alba aquí

Vuelvo porque a uno de los enlaces que debería haber entrado hoy en los «Puertos» me pide una entrada para el solito y es esta foto recogida en el portal Bebés y más

“The child who was never born” (el niño que nunca nació)

“The child who was never born” (el niño que nunca nació)

Este es el monumento que en Eslovaquia hay «Al niño que nunca nació» obra de Martin Hudáčeka
La foto y el post de Armando me tuvieron ayer cerca de media hora con los ojos empapados en lágrimas y sin aliento. Esta escultura es tan gráfica, tan exacta, tan tan… es tantas cosas. Perder un hijo, haya nacido o no, es la experiencia más dura, cruel y brutal que unos padres pueden vivir.
Cuando la perdida es de un hijo es no nacido, crea en la madre una vacío abismal, dejando la sensación de la falta de un miembro, de que algo ha sido arrancado y que el dolor y el espacio dejado estarán ahí siempre. Son trocitos del corazón arrancados a jirones.
Da lo mismo el tiempo de gestación, somos madres desde el minuto 0 y aunque nuestro entorno quiera quitarle hierro e intente mitigarlo, ese dolor, esa angustia, ese desasosiego nos acompañará siempre. No hay consuelo, aunque tengas más hijos o los tengas después, no hay consuelo.
A mi parecer el monumento es brutal y muy acertado.
Mil besos, mil sonrisas
Ana

Yo mamá: Mi preparación para ser mamá

Este post de Lucía Baballa en su blog: Maternidad: Dar el pecho y estos otros de Una madre reciente en MMe crecen los enanos: Cosas que no echo de menos de cuando eran bebés y Cosas que echo de menos de cuando eran bebés

me han hecho recordar mis dos lactancias y he pensado seguir el camino que ellas han abierto y contar mi experiencia con  la maternidad y la lactancia.

Antes del nacimiento de Momo, mi primer hijo, leí todo lo publicado sobre la maternidad, sobre el embarazo, la lactancia…tanto que mi santo decía que podía escribir una tesis. Unos me gustaron y otros no. Fui a dos cursos de educación maternal diferentes (no solo preparan para el parto, sinceramente nadie te prepara para el parto) por si con uno solo me quedaba corta.

Portada de tres libros para embarazadas

Bésame mucho, Nueve meses de espera y Qué esperar cuando estés esperando

Realmente estaba obsesionada con saber todo antes de que llegara, me había constado mucho, mucho, mucho quedarme embarazada y quería hacerlo bien. Ser mamá había sido mi sueño desde niña y era el momento de prepararme para ello como me había preparado antes para otras cosas.

Esos dos cursos de educación maternal me dieron dos puntos de vista complementarios.

El de la Seguridad Social lo impartía la matrona que llevaba mi embarazo en el centro de salud, con 30 años de experiencia, con un humor increíble y encargada de desmitificar todo lo que el entorno intenta hacer creer como ley. Me enseño a darle a cada cosa la importancia que tiene, o por lo menos lo intentó. Encarna, ha sido mi ángel de la guarda en mis dos embarazos.

El otro curso fue el que imparte Salvador Grau, matrón  y enfermero de urgencias que se encarga tanto de cuidar el estado físico de sus «mamás» con gimnasia en cada sesión como de formarte en cuidados de la madre, del bebé, los materiales a usar, los que no, portabebés, lactancia.

Con ellos dos aprendí a hacer caso a mis instintos, a donde recurrir en caso de no saber que hacer, a afrontar las cosas de una en una y a tomarme la maternidad con la naturalidad que tiene. Eso no quiere decir que no pasara momentos de pánico en varias ocasiones.

En mi segundo embarazo me convertí en «animadora sociocultural» del curso de Encarna, jajaja. Acudí a las sesiones que me permitió mi trabajo y mi otro bebé y ella me usaba de ejemplo, normalmente de malo y así ilustraba a las otras mamás. Y por otro lado encontré otro curso de enfoque diferente, más naturalista, basado en los ¿beneficios? de la homeopatía. La matrona me parece un poco radical y fundamentalista por eso no os doy los datos. Queda claro que no me gustó mucho. No creo en la homeopatía, me parece un timo peligroso por lo que por ese lado no usé lo enseñado pero de todo se aprende y de ella aprendí a distinguir lo que me gusta y lo que no de los movimientos de crianza natural.

Tengo amigas que no le dan importancia a la preparación para la maternidad, que dijeron o dicen no tener tiempo para acudir, que piensan que solo cosas que ya salvarán cuando lleguen.

Esta es la forma en la que me preparé para el nacimiento de mis hijos y  solo puedo concluir que me parece importante oír lo que los matrones tienen que contarnos, lo que los libros nos pueden contar y después hacer balance de lo aprendido y quedarte con lo que te sirve. Qué de todo se puede aprender y que para la maternidad no nos prepara nadie pero que cualquier ayuda es bienvenida.

Próximo capítulo: mi lactancia

Mil besos, mil sorisas

Ana